En los últimos años, los casos de violencia hacia la mujer han aumentado. El proyecto “Cortala” busca concientizar y lograr que las denuncias se efectúen. La presidenta de la Asociación Civil LAPIS nos cuenta sobre esta innovadora iniciativa.
Si bien la violencia se convirtió en un fenómeno que afecta a hombres y mujeres en todo el mundo, la realidad nos muestra que no es neutral con respecto al género. Los casos de violencia doméstica contra las mujeres se multiplicaron en los últimos años. Es dentro de este contexto que surge el programa “Cortala” en el que peluqueros y profesionales de centros de belleza ayudan a que las víctimas se animen a realizar la denuncia y acudan a centros de apoyo. Para conocer más sobre este tema charlamos con Sabrina Landoni, presidenta de la Asociación Civil Laboratorio de Prácticas e Investigaciones Sociales (LAPIS)[1] que nos cuenta de qué se trata esta nueva iniciativa.
La razón de ser de todo programa o proyecto social es la de tratar de resolver o ayudar a disminuir algún problema. Durante 2010, el equipo de LAPIS comenzó a investigar sobre la violencia hacia las mujeres y relevar diversas experiencias locales, nacionales e internacionales. Así se dieron cuenta de que una de las dificultades más importantes que surgen en los proyectos que trabajan con esta problemática radica en conectar con las víctimas o potenciales víctimas de violencia. Las estadísticas indican que una considerable cantidad de mujeres no acuden a la policía ni a los centros de apoyo, sino que el primer paso es manifestarlo a personas de su confianza.
En este camino, encontraron que en Estados Unidos y algunos países europeos se habían implementado iniciativas similares a la propuesta de “Cortala” (muchas de ellas exitosas, como es el caso de la ciudad de Nueva York). LAPIS adaptó el programa a la realidad local y lo llamó “Cortala” como un juego de palabras que alude a las peluquerías y a una suerte de exhortación a las mujeres que padecen diversos tipos de abusos para que hablen. “Nada justifica que alguien ejerza violencia sobre ellas, por eso el slogan de la campaña es: “la salida empieza en tu voz””, aclara Landoni.
Entonces ¿de qué se trata el programa “Cortala”?
“Cortala” propone una alianza entre el sector privado, público y organizaciones sociales orientada a combatir la violencia de género. Su objetivo principal consiste en concientizar, brindar información y entrenamiento a estudiantes y profesionales en las áreas de belleza y estética que trabajan en peluquerías, spa y gabinetes particulares, para que puedan desempeñar el rol de intermediación entre las mujeres víctimas de violencia y los centros de apoyo existentes en la Ciudad de Buenos Aires.
También buscamos un fondo de recursos para colaborar con las necesidades de los refugios que albergan a mujeres víctimas de violencia y a sus hijos, y brindarles la posibilidad de participar en un proyecto de capacitación que les permita reinsertarse socio-laboralmente y lograr independencia económica.
¿A qué se debe la elección de centros de belleza para llevarlo adelante?
Los estilistas y profesionales de la belleza frecuentemente establecen vínculos de confianza y contención con sus clientas por el carácter íntimo y habitual que caracteriza a esta relación. Por eso, con el entrenamiento apropiado podrán brindar información sobre recursos de apoyo a mujeres que tienen miedo de buscar ayuda o no saben dónde encontrarla. Además, es uno de los pocos ámbitos donde las víctimas pueden ir sin sus parejas y sin ser considerado como amenazante por parte de los agresores.
¿En qué consiste la capacitación de estos profesionales?
El entrenamiento tiene dos ejes: uno teórico y otro práctico donde se brindan herramientas de intervención. Su principal función es desempeñar el rol de intermediación entre las mujeres víctimas o potenciales víctimas de violencia y los centros de apoyo. En los talleres hacemos hincapié en que no deben intentar solucionar el problema ni convertirse en asesores o consejeros de las mujeres, sino que lo más apropiado es escuchar y derivar a especialistas.
El profesional podrá identificar señales difíciles de detectar y reconocer sutiles cambios de comportamiento, porque el verdadero peligro comienza mucho antes de su acercamiento voluntario y consciente a una entidad de apoyo, la policía o la justicia. La convocatoria es abierta y puede solicitarla cualquier institución, centro de belleza y estética o profesional independiente.
¿Cuándo y dónde empezó la iniciativa?
La iniciativa comenzó hace un par de meses. Estimamos implementarla durante todo un año como primera etapa pero es probable que prolonguemos este plazo debido al interés que despertó el programa. Iniciamos las articulaciones con peluquerías de Palermo y Belgrano, aunque ya ampliamos la convocatoria a todos los barrios enmarcados en la Ciudad de Buenos Aires.
¿Se llevará al interior del país?
Tenemos muchas ganas y motivos de extender el programa a nivel nacional, pero se trata de una meta a mediano plazo, debido a la factibilidad económica-financiera. Además, al momento de afrontar la Ruta Crítica (término que describe el camino iniciado cuando las mujeres rompen el silencio y deciden salir de las situaciones de violencia), la Ciudad de Buenos Aires, a diferencia de otras localidades y provincias del país, cuenta con el tejido institucional suficiente para orientar a las víctimas.
El programa focalizará en dos recursos públicos para realizar las derivaciones: la línea telefónica dependiente de la Dirección General de la Mujer del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Oficina de Violencia Doméstica, dependiente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
¿Qué buscan generar con este programa?
Queremos desplazar el tratamiento de la problemática de los lugares habituales, porque hay una gran desinformación y falta de concientización en el imaginario colectivo sobre el origen y magnitud de la violencia de género. Por otra parte, queremos facilitar un camino aún inexplorado para acercar un recurso de apoyo a estas mujeres, proporcionarles herramientas que les faciliten rehacer sus vidas, e intentar trabajar con el sector privado para mejorar la situación actual de los refugios.
Para informarnos un poco más
La violencia de género puede manifestarse de muchas maneras: abuso emocional y psicológico, social, físico, sexual y económico. Todas suelen estar relacionadas, rara vez ocurren episodios de violencia física sin una previa y paralela violencia psicológica.
Según estadísticas, basadas en un relevamiento parcial realizado por asociaciones de la sociedad civil y el periodismo comprometido, en la Argentina al menos una mujer muere cada tres días como consecuencia de las agresiones de un miembro de su entorno familiar, esposos o ex parejas.
Landoni explica que la realidad concreta y práctica es aún deficiente, ya sea en cuanto a la responsabilidad del Estado argentino de brindar protección y apoyo a las víctimas, como en la toma de conciencia del imaginario colectivo. Un paso adelante en nuestro país fue la promulgación en abril de 2009 de la Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos que desarrollen sus Relaciones Interpersonales.
Para Landoni “la falta de concientización incluye a hombres y mujeres y se manifiesta en el uso sexista del lenguaje, en la cosificación de las mujeres por parte de los hombres y el consentimiento de muchas de ellas (situación evidente en exitosos programas de televisión), y en la falta de solidaridad y comprensión de las mujeres que padecen abusos argumentando que las víctimas harán algo para provocarlo o que podrían irse, si así lo quisieran. Este tipo de enunciados, con fuerte arraigo popular, tienden a culpabilizar a la víctima en lugar de responsabilizar al victimario”.
¿Por qué crees que, en vez de disminuir, las cifras aumentan?
En términos generales, vivimos en sociedades cada vez más precarizadas, fragmentadas y desiguales, donde la exclusión y la desafiliación se han convertido en la regla más que en la excepción. Por otra parte, las estadísticas corroboran la premisa de que uno de los sistemas de relaciones desiguales en los que se expresa la violencia es entre los géneros. La mayoría de las sociedades, como la nuestra, se caracterizan por la supremacía de lo masculino sobre lo femenino. Esto es un hecho cultural, es decir, construido y no biológico, y es una de las causas más importantes y más naturalizadas en las cuales se expresa la violencia hacia las mujeres.
¿Tiene que ver con la clase social a la que se pertenezca?
Hay que desaprender algunas creencias muy comunes en el imaginario colectivo acerca del fenómeno, que en gran medida no son ciertas y que, sin embargo, funcionan como trabas a la hora de solidarizarnos e involucrarnos con esta problemática. El mito de que se manifiesta en los sectores sociales más vulnerables es una de ellas. La realidad es que existen situaciones de abuso crónico en todas las clases sociales y niveles educativos. Por supuesto, las mujeres provenientes de estratos más acomodados cuentan con más recursos, ya sea para esconder estas situaciones o para salir de ellas.
¿A qué indicios hay que prestar atención?
La descalificación, desvalorización, humillación, el control excesivo por parte del agresor, las restricciones, la privación de estudiar o trabajar, la agresión corporal, etc. La cronicidad de la situación de maltrato provoca que la autoestima de la persona decaiga profundamente, experimentando sentimientos de culpa, negación, vergüenza, miedo, impotencia, debilidad, confusión y depresión, que dificultan la solicitud de ayuda. Es importante destacar que un signo no prueba abuso. Sin embargo, una combinación de ellos o su frecuencia puede indicar algún nivel de violencia.
¿Cómo podemos ayudar a la víctima y persuadirla?
Primero debemos desarrollar nuestra capacidad de escuchar a quienes están sufriendo situaciones de violencia, creerles y mantener la confidencialidad de lo que se nos confíe, ya que su vida puede estar en juego. Luego sugerir que se contacte con un centro de apoyo y se asesore con personas calificadas que trabajan en el tema. En ningún caso hay que intentar solucionar el problema en forma personal o convertirse en asesor de la víctima, y mucho menos juzgar, criticar, enojarnos o perder la calma si percibimos que se culpabiliza o justifica la conducta del agresor. Si sigue eligiéndonos para hablar significa que estamos ayudando.
Lo importante y prioritario para las instituciones involucradas en el proyecto es que las mujeres lleguen a realizar la denuncia de la forma que sea. Por otra parte, aunque el programa no plantea la asistencia directa a las víctimas, están recibiendo, atendiendo y canalizando varias consultas.
Las víctimas de violencia pueden acercarse a Lavalle 1250, Planta Baja, Ciudad de Buenos Aires.
Asesoró en esta nota: Sabrina Landoni. Licenciada en Ciencia Política y presidenta de la Asociación Civil Laboratorio de Prácticas e Investigaciones Sociales (LAPIS). www.lapis.org.ar. sabrinalandoni@lapis.org.ar
[1] Constituida en el año 2006 por un grupo de profesionales interdisciplinario que cuenta con diversas experiencias en proyectos de desarrollo tanto en el ámbito público como en el privado y el tercer sector. Su visión es la de contribuir en el diseño y creación de un nuevo modelo de desarrollo integral, que sea participativo y legítimo en lo político, inclusivo y equitativo en lo social y económico, y sustentable en relación al medio ambiente.