De casa al trabajo o de paseo por la ciudad, a los patines y a la bici se suma la tabla de longboard. Ecológica, rápida, divertida y para toda la familia, esta disciplina crece en nuestro país, ¿ya la conocés?
Las tablas de longboard invaden el asfalto de las ciudades y su uso está en pleno ascenso. Sumándose a los rollers y la bicicleta, muchas personas comienzan a usarlo como un medio de transporte rápido y amigo del medioambiente mientras otras lo aprenden como deporte y salen a divertirse. Para entender de qué se trata este fenómeno charlamos con Claudia Urbistondo, fundadora de Argentina Longboard, una de las agrupaciones que fomentan la actividad y brindan clases gratuitas. Y si querés empezar a practicarlo, Martín Hernandez Elizalde, dueño de Factory Lab, nos asesora sobre el equipo y las tablas.
Hace dos años que el longboard como deporte y su popularidad vienen creciendo notablemente. Sin embargo la historia comienza en la década del 50, en California, Estados Unidos. Por aquellos años los surfistas sufrieron una temporada sin olas y se les ocurrió adaptar las ruedas de los patines a la tabla de madera para deslizarse por las pendientes de las calles de esa ciudad. Así nacieron los primeros longboards, y a medida que el deporte se volvió más técnico surgió el skate.
El longboard se diferencia claramente del skate porque este último es un deporte técnico y para el cual se necesitan espacios más pequeños para hacer trucos. Además, la tabla de skate es mucho más chica (mide alrededor de 80 cm), así como sus tracks y ruedas.
Pero no sólo sirve para pasear, el longboard también ofrece distintas modalidades para poner en práctica:
Freestyle o street: andar por la calle de cualquier ciudad “pateando” y paseando, o hacer pruebas de habilidad y destreza sobre piso llano o en una suave pendiente.
Dancing: es una variante del freestyle donde se baila sobre la tabla.
Slalom: bajar por una pendiente esquivando en zig zag una serie de conos y obstáculos.
Downhill: descenso de velocidad en montañas.
Slide: derrapar y hacer figuras con las manos sobre el piso (se usan guantes).
Urbistondo nos explica que el longboard puede considerarse un deporte extremo sólo si se practica la modalidad downhill, para la cual hay que usar traje de cuero, casco, guantes y muchas protecciones. “En Buenos Aires se practica mucho freestyle y slide porque no hay grandes pendientes. El downhill se hace en lugares con montañas o sierras como Mendoza, Córdoba, San Luis, Neuquén, etc.”, amplía.
Además, a quien le interese usarlo como medio de transporte ecológico puede participar del Green Day: una “pateada” por la tierra que se realiza una vez al año en todo el mundo. “La consigna es concientizar a la gente de que hay otras maneras de trasladarnos sin gastar combustible y de practicar deporte sin tener que estar encerrados en el gimnasio”, explica Urbistondo. Este evento también colabora con comedores como Bichito de Luz en Fuerte Apache, al que este año se le entregaron 100 kilos de alimentos no perecederos.
¡A practicar!
Argentina Longboard brinda clases gratuitas los sábados en su escuelita en el Rosedal de Palermo “porque es un lugar cómodo, seguro y el piso no es demasiado poroso”. Es cuestión de acercarse con tabla propia o probar con las que la escuela presta para saber cuál comprar después. También ofrecen clases particulares durante la semana.
Sebastián Macri es el encargado de dictar las clases y asesorar a los alumnos; enseña lo básico para que cualquiera pueda comenzar a practicarlo: patear, frenar y lograr mantener el equilibrio. “La curva de aprendizaje del longboard es muy corta y sólo requiere un poco de atención y paciencia”, explica. “Las primeras pateadas son muy leves para no tomar impulso y es fundamental no mirar al piso sino a un punto fijo hacia el frente para no perder el equilibrio”, agrega Urbistondo.
El trabajo es muy aeróbico, por eso ayuda a gastar energía, bajar de peso y fortalecer los músculos de las piernas. Sin embargo, Macri asegura que el mayor beneficio es realizar deporte al aire libre por la ciudad y así despejar la mente. Además, el longboard es un deporte que une, genera amistad y nuevos grupos. Incluso integra diferentes edades (desde los 4 años ya pueden empezar a andar en tablas pequeñas y no hay límite de edad) y hay familias enteras que lo practican. “Por lo general, los padres se terminan enganchando y pasan la tarde andando en longboard con sus hijos”, cuenta Macri.
Y para sorpresa de muchos, las mujeres se animan cada vez más con la disciplina. “La mujer tenía miedo por los impactos y los golpes, sin embargo nuestro físico es más apto que el del hombre para este deporte. Nosotras movemos la cintura y las caderas con mayor libertad, por eso tenemos mejor equilibrio arriba del longboard”, asegura Urbistondo.
¿Cómo nos equipamos?
Martín Hernandez Elizalde, dueño de Factory Lab, es fabricante nacional de tablas y todos los accesorios necesarios para hacer longboard y nos asesora sobre calidad y precio.
Lo primero que no debemos olvidar son las protecciones necesarias, ya sea que usemos el longboard como medio de transporte o para hacer deporte. Las rodilleras y coderas se venden juntas y van desde $120 para chicos hasta $300 para adultos. Los guantes de cuero se pueden encontrar por $180 y los cascos desde $120 (nacionales) hasta $300 (importados).
Respecto de las tablas, la recomendación de Urbistondo es comprar una para andar en plano, es decir por la ciudad. Luego de decidir el estilo y la modalidad con la que más cómodos nos sintamos, podemos comprar una tabla especial. “Por lo general, se cuenta con dos tablas: una para salir a patear tranquilo y otra según la disciplina elegida". Los precios varían según su origen: las nacionales van desde $750 a $1.200 y las americanas se pueden encontrar desde $1.800 a $2.000.
Hernandez asegura que la industria argentina de tablas se ha desarrollado mucho y la calidad no tiene nada que envidiarle a los productos importados, e inclusive algunas son mejores. La única diferencia es la madera utilizada, aquí no hay maple y se usa madera guatambú que es muy fibrosa y de buena resistencia. Aunque cada tabla está compuesta por distintos espesores dependiendo de la modalidad.
“Hoy está de moda utilizar tablas que sean flexibles y se usan mucho para la modalidad freestyle, porque la flexibilidad amortigua”, cuenta Hernandez. En cuanto al tamaño y la forma de las tablas, hay una amplia variedad según las distintas marcas.
La tabla más vendida y recomendada para los principiantes es el modelo 'Super Start', “porque se acomoda a todo tipo de uso: es la mejor para hacer freestyle por su forma y flexibilidad, para pasear es la más liviana y para dar vueltas o girar es la más versátil”, dice Hernandez. Además, este modelo tiene cuatro tipos de flexibilidades que soportan desde los 70 hasta los 100 kilos.
La tabla se vende completa o con los accesorios por separado. “Por ejemplo, podés comprar dos juegos de ruedas (unas blandas y otras duras) y depende del uso que le des a la tabla, las cambiás”. A lo último que hay que prestarle atención, según la modalidad que se practique, es al track: cuanto más largo más estabilidad ofrece, y más corto mayor es el giro que permite.
Por último, cada vez que vayamos a usar la tabla debemos chequear que los tornillos y tuercas estén siempre bien ajustados y que las ruedas giren bien, porque con el uso se gastan, se raspan, toman una forma cónica y hay que cambiarlas.
Tips para principiantes.
• Pasar por la escuela para formar una base.
• Practicar en lugares que no sean riesgosos.
• Tomarlo con calma, despacio, y siempre usar las protecciones indicadas.
• Sobre todo animarse. Se aprende rápido y se disfruta enseguida.
Vos ¿te animás a usarlo como medio de transporte, a practicarlo sola o compartirlo con tu familia?
Asesoró en esta nota: Claudia Luz de Urbistondo. Fundadora de Argentina Longboard. www.argentinalongboard.com. Facebook: Argentina Longboard. Martín Hernandez Elizalde. Dueño y Director de Comercialización de Factory Lab. www.factorylab.com.ar. Facebook: Familia Lab. Sebastián Macri. Profesor de Longboard.