Se ha comprobado científicamente que el sedentarismo es causante directo e indirecto de enfermedades cardiovasculares, reumáticas, mentales y metabólicas, como la obesidad o la diabetes, entre otras. Nuestro cuerpo no está diseñado para permanecer sentado durante horas en una misma posición; por el contrario, así como nuestras mascotas o los animales en general se estiran y se desperezan varias veces al día, nosotros también necesitamos movernos y estirarnos cada vez que sea posible. Esto ha generado la necesidad de pensar distintas estrategias para hacerle frente al sedentarismo laboral, como priorizar el uso de escaleras, ir caminando o en bici al trabajo, que las empresas financien un abono al gimnasio para sus empleados y realizar pausas activas en la oficina. Para conocer más acerca de las pausas activas y entender su importancia, conversamos con Daniel Jakobs, especialista en ergonomía laboral y director de Total Training, y con Jorge Navarro, presidente de SALCES (Sociedad Argentina de Lucha Contra el Sedentarismo).
Para empezar, hay que reconocer que las dolencias laborales más frecuentes se dan en la zona de la columna alta y baja. También, como se está mucho tiempo sentado, no se mueven los músculos de las piernas ni se permite que la sangre circule. Si se trabaja parado, se resiente más la columna baja (lumbar) y se agudizan los trastornos circulatorios en los miembros inferiores. Además, al no movilizarse, no se regeneran la energía y la vitalidad, lo que produce sensación de cansancio y agotamiento.
Por eso, las pausas activas son tan importantes: pequeños cortes en la actividad laboral para poder moverse, estirarse, descontracturarse, renovar la energía y disminuir estas dolencias. La actividad es breve, dinámica y no interfiere con el ritmo de trabajo; por el contrario, mejora el clima laboral y produce una sensación de bienestar después del ejercicio.
Jakobs explica que todavía muchas empresas ven este beneficio como un gasto y no como una inversión. “En general, son las empresas multinacionales las que, por orden de su casa matriz, se ven obligadas a implementar algún programa de este tipo. La gimnasia laboral debería ser uno de los pilares fundamentales para apuntalar la salud laboral y psicofísica de los empleados”, asegura.
Mientras trabajamos, el cuerpo necesita estirarse y la mente despejarse. Ambas cosas se logran al incorporar el hábito de pausar la tarea para hacer ejercicios de movilidad articular, de elongación y de respiración profunda y relajante. Los beneficios son una mejora en el clima laboral, una disminución de los niveles de ausentismo, una mejora en el rendimiento psicofísico y laboral de las personas y una minimización de los factores de riesgo.
Hay empresas que prefieren que la gimnasia sea en el inicio de la jornada laboral. En otros casos, se alterna para rotar las interrupciones en las distintas áreas de trabajo. Pero Jakobs considera que lo mejor es irrumpir en los momentos en los que baja la atención y el dinamismo inicial; a media mañana y también después del almuerzo, cuando se puede sentir cierta pesadez. Se puede realizar la gimnasia laboral sin que tenga un horario fijo y determinado.
En general, las pausas deben ser de entre 10 y 15 minutos, pero si se trata de una gimnasia laboral específica puede durar aproximadamente 30 minutos. En cuanto a la frecuencia, es conveniente realizar las pausas hasta 3 veces por semana. “Cada grupo o sector realiza la actividad una vez al día, pero lo ideal es que cada persona, luego de aprender los ejercicios y tips importantes, los repita cada vez que pueda o necesite”, aclara Jakobs.
¡A ejercitar el cuerpo!
La actividad física se recomienda en todo tipo de trabajo, aunque Jakobs prioriza aquellos en los que se trabaja bajo mucha presión, en los que hay exigencia física y en los que hay que tratar con el reclamo de clientes, como por ejemplo los call centers.
La actividad puede realizarse en el mismo puesto de trabajo o en un espacio común (salón o sala de reuniones con ventilación y espacio acorde para movilizarse), donde puedan trasladarse de a grupos reducidos de entre 10 y 20 personas. Si puede hacerse al aire libre, hay un valor agregado que es el cambio de ambiente y de oxígeno, favorable al bienestar general.
Entre los ejercicios se cuentan los de movilidad articular, aquellos especiales para la mejora postural (espalda, cuello y columna), rutinas de estiramiento, ejercicios localizados, de respiración, de relajación y para la vista (necesarios al estar mayormente frente a una computadora). “Se realizan tanto parados como sentados, trabajando mucho sobre la postura y la circulación sanguínea. Y en el caso de líneas de producción, donde la tarea exige movimientos repetitivos, se trabaja con ejercicios compensatorios”, cuenta Jakobs.
Es importante aclarar que las pausas activas no requieren cambio de ropa ni indumentaria deportiva. Además, pueden utilizarse elementos como bastones para trabajar la postura, pelotas para realizar masajes o colchonetas para la relajación (siempre que el espacio lo permita), entre otros.
Todos pueden participar de las actividades sin distinción de edad ni de estado físico. “Cada uno se moviliza a su ritmo y teniendo en cuenta sus limitaciones, previa advertencia del profesional a cargo”, concluye Jakobs. Lo importante es que, a través de los ejercicios, se toma conciencia de la importancia de realizarlos, se conoce mejor el esquema corporal y se incorporan hábitos saludables en la vida laboral y en la personal.
Las consecuencias del sedentarismo
Si todavía no te convenciste, Jorge Navarro nos explica todo lo que causa el sedentarismo en el trabajo. En SALCES se pueden realizar talleres de sensibilización y educación para generar conciencia acerca del problema de trabajar sentado o parado.
“En algunas personas con sobrepeso o con baja capacidad física, permanecer parado mucho tiempo puede agravar su situación. También es conocido el efecto pernicioso para la columna vertebral, provocado por trabajar de pie con calzados inadecuados (rígidos o con tacos muy altos) y en horarios extendidos”, cuenta Navarro.
Permanecer de pie tiene un gasto energético más alto que estar sentado, dado que la función muscular requerida es superior, tanto en los miembros inferiores como en la musculatura de la columna. Si uno se desplaza caminando, aunque sea solo unos pasos, la situación mejora porque los músculos de los pies y de las piernas impulsan la sangre, lo que facilita el retorno venoso al corazón.
El sedentarismo también puede producir várices profundas en las piernas, que uno no advierte hasta que se hacen presentes síntomas de hinchazón y de pesadez. La acumulación de grasa en las piernas es causa y consecuencia de estas dolencias. Combinado con esto, la deficiencia en el sistema circulatorio impide el metabolismo de las grasas, que solo se metabolizan (es decir, se degradan para liberar energía para el músculo en acción y para todo el organismo) en presencia de oxígeno transportado por la sangre.
Por todo esto, es fundamental permitir que la musculatura de los miembros inferiores y superiores se ejercite: que se contraigan, se estiren y se relajen los músculos de las plantas de los pies, los músculos de la espalda, los glúteos y los abdominales, al menos durante unos pocos minutos. Para Navarro, lo ideal es ejercitar (entre estas pausas y caminatas diarias) un mínimo de 30 minutos por día.
“Los avances tecnológicos han reducido la necesidad de actividad física en nuestras rutinas diarias, sobre todo en las últimas generaciones. Su consecuencia es una disminución de la calidad de vida y un aumento de la cantidad de años perdidos por enfermedad”, asegura Navarro. Pero agrega que los seres humanos tenemos la facultad única de autoadministrarnos y hacer las elecciones correctas.
Si en tu lugar de trabajo no aplican este tipo de programas, podés hacer algo por tu cuenta. Todos los días, en tu puesto de trabajo, acostumbrate a levantarte, a pararte y a estirarte; caminá para servirte un vaso de agua y usá las escaleras en vez de los ascensores. Si estás sentado, estirá las piernas y los brazos; apoyá bien la espalda en el respaldo; hacé suaves movimientos de cuello, dedos y vista; respirá profundo un par de veces y continuá con tu trabajo.
¡El cambio está en vos!