Cuando algunos chicos o adolescentes tienen dificultades para leer y desenvolverse en la escuela, no siempre se debe a problemas de conducta o de atención sino que puede tratarse de dislexia. Esta es una dificultad específica del lenguaje que incide en el aprendizaje de la lectura y la escritura como instrumentos efectivos para la comunicación. Su origen es neurobiológico, es decir que se transmite genéticamente, y se advierte a edades tempranas (alrededor de los 5 años), cuando es esperable que el niño se interese por las letras para aprender a leer. Es importante no confundirla con otros signos, ya que la dislexia puede estar asociada a pobreza en el vocabulario, dificultades ortográficas, problemas de atención frente a actividades que demandan esfuerzo, problemas de coordinación viso-manual (por ejemplo, letra poco clara), etc. Para hacerle frente, Isabel Galli de Pampliega, fonoaudióloga, nos explica de qué se trata exactamente.
¿Qué características tiene el niño que sufre dislexia?
El niño con dislexia suele ser más sensible frente a sus errores ya que es consciente de que no recuerda las letras y de que no puede leer como sus compañeros. Esta dificultad, al ponerse en evidencia frente a sus pares, le genera conductas de defensa, como buscar destacarse en aquello para lo que es hábil (por ejemplo, el deporte). Además, por lo general, son niños muy creativos y les gusta la música. Aunque no es tan simple reconocer una característica específica de la personalidad de los disléxicos, salvo los rasgos mencionados.
¿A qué edad se detecta?
Comúnmente se detecta en los últimos grados de la escolaridad primaria, momento en el que ya es tarde para evitar frustraciones ya que los textos de estudio son extensos y contienen palabras que no pertenecen al vocabulario del niño. Puede ser incluso que pase desapercibida durante toda la escolaridad porque los reiterados fracasos del alumno suelen ser atribuidos a problemas emocionales o de conducta.
¿Cuáles son algunos de los signos a los que hay que prestar atención?
Los signos llamados “de riesgo de presentar dislexia” durante la escolaridad son dificultades para recordar el abecedario, para recordar el nombre de las letras de manera alternada, para recordar secuencias (de números, letras o palabras), para organizar sus expresiones (a veces no recuerdan palabras que pertenecen a su vocabulario habitual), para evocar los colores y en el habla.
¿Las primeras manifestaciones se agravan con el correr del tiempo?
Si el niño no es estimulado de manera adecuada en el inicio del aprendizaje de la lectura y la escritura, su falta de interés y ausencia de práctica en el reconocimiento de palabras lo aleja cada vez más de las habilidades de sus compañeros y la desventaja es cada vez mayor.
¿Cómo afecta psicológicamente?
Los niños con esta dificultad suelen sentirse frustrados por el esfuerzo que realizan para poder leer sin resultados satisfactorios. Suelen buscar agradar al adulto y disimulan sus limitaciones. También pueden presentar síntomas físicos tales como dolor de cabeza, dolor de panza, etc., para evitar ir al colegio.
¿Cómo se realiza el diagnóstico?
El diagnóstico se realiza a través de una evaluación que consiste en un test de lenguaje, en el que se compara la comprensión y la expresión verbal y se evalúa el nivel del vocabulario, entre otras cosas. Además se evalúan y se comparan las habilidades en el habla, en la lectura y en la escritura. Se analiza también la precisión y la fluidez al leer y escribir. Los resultados se comparan con valores promedio esperados para la edad y el nivel de escolaridad. Pueden utilizarse otras pruebas que permitan entender las fortalezas y las debilidades del perfil académico de cada niño. Esta evaluación también incluye una entrevista inicial con los padres del niño, en la que se toman en cuenta pautas del desarrollo desde su nacimiento y antecedentes familiares.
¿Cuáles son los tratamientos más efectivos?
Los tratamientos más efectivos son aquellos que contemplan las características de cada niño y realizan controles de evolución que permiten ver los logros. Además, es conveniente que los padres observen la manera de trabajar para mostrarles cómo se realiza la estimulación adecuada y cómo se pueden advertir pequeños cambios graduales. No se debe abandonar un tratamiento sin haberle brindado al alumno las herramientas que le permitan estudiar con autonomía, estimulado por sus propios logros.
¿Se cura o puede llegar a ser crónica?
Los profesionales dedicados a trabajar con la dislexia consideramos que esta dificultad se compensa. Cada niño desarrolla estrategias que le permiten resolver los conflictos de acuerdo con sus posibilidades. La dislexia no es una enfermedad, por eso no la entendemos de esa manera.
¿A qué profesional se debe recurrir?
No debemos olvidar que la mejor propuesta terapéutica es la interdisciplinaria.
¿Cómo ayudar desde el núcleo familiar?
Los padres son fundamentales en la posibilidad de resolver esta dificultad. El aliento y la confianza en el niño son pilares básicos para el apoyo del tratamiento. Los hermanos y los abuelos, entre otros, también pueden colaborar. El niño con esta dificultad necesita que crean en él. Además, los padres pueden ayudar con modelos de comunicación que favorezcan el diálogo y muestren a través del ejemplo la importancia de la lectura.
¿Qué contención debería brindar la escuela?
En primer lugar, la escuela debe evaluar las fortalezas y las debilidades de sus alumnos. Se debe incluir a todos los alumnos en la dinámica grupal. No es adecuado realizar pruebas en las que se califica al alumno de manera diferente y sorpresiva. Tampoco es conveniente utilizar en ellas vocabulario no trabajado en clase. El tiempo para completar las evaluaciones debe ser acorde a las posibilidades de respuesta de cada alumno. Durante los primeros grados todas las adaptaciones son válidas. Se debe considerar el esfuerzo del alumno más que el resultado.
¿Qué consecuencias tiene si no se trata correctamente?
Si no se trata correctamente, a partir de tercer grado las consecuencias son más complicadas. Al no desarrollar habilidades, los niños se encuentran con una brecha cada vez mayor que incide en el resto de sus aprendizajes y en sus posibilidades de expresión.